ADIDA

¿QUIÉNES SOMOS?

“SON PARA SIEMPRE”
“…La tierra está en el corazón del ser humano, y el corazón del ser humano es la tierra. La tierra, el territorio donde se nace, se vive, se muere…” Manuel Mejía Vallejo. ”La tierra éramos nosotros”

Mi padre fue un gran amigo de la tierra y defensor del campo. Trabajó de sol a sol como lo hacen miles de personas que encuentran en el contacto con la tierra, la vida misma y el sustento para su familia. No tuvo riqueza, pero sí, un gran corazón y el orgullo de ser un hombre de hacha y machete, como solía repetirlo.

Jamás pudo ir a la escuela, sin embargo, era una persona letrada y con el conocimiento suficiente para educar a sus hijos. Amaba la lectura, los textos de urbanidad, la biblia… Y la historia patria. Había un libro de su preferencia el cual contenía biografías, poemas y canciones. Sentía atracción por la literatura, la disfrutaba y algunas veces leía en voz alta para compartir conmigo las maravillas que el texto guardaba.

Recuerdo que una de las biografías hacía referencia al escritor Epifanio Mejía, más conocido como el poeta triste. Este señor compuso con gran maestría (El canto del antioqueño), un poema que se convirtió en el himno de Antioquia. Una verdadera elegía a la belleza del territorio antioqueño.

Otro personaje mencionado en ese interesante texto, era Tomás Carrasquilla, un escritor costumbrista y de habla popular, quien con sus cuentos y novelas se ganó el corazón de los antioqueños y enalteció la literatura colombiana.

Con el paso de los días, mi interés por la lectura, se incrementó y esperaba ansiosamente a mi padre con el libro en la mano.

En las páginas siguientes le tocó el turno al escritor, Manuel Mejía Vallejo ¿Cómo podría privarme de conocer el patrimonio literario y la riqueza cultural inmersa en las obras de este escritor?. Me enamoré de sus palabras y su pensamiento, hasta el punto de colocarlas al comienzo de esta historia. En ese libro estaba la vida y obra de reconocidos escritores y un mundo de saberes al alcance de una niña que compartía ese tesoro con su padre.

En ocasiones la familia se reunía bajo la luz de la luna, alrededor del contador de historias, quien narraba cuentos de la tradición oral, mitos y leyendas. Estas historias me producían miedo, pero también curiosidad y para que el ambiente no se tornara tenso, cambiaba el tema y hablaba de las canciones que comunicaban historias, las cantaba y hacía alusión a la vida de los artistas.

Escucharlas era un placer que se intensificaba con el tiempo.
Una noche, mientras dormía, escuché voces, risas y una suave melodía. Cerca al ramaje de un frondoso árbol varias personas compartían. El sitio estaba iluminado por antorchas y el brillo de una fogata.

Al acercarme contemplé la figura de un hombre alado, de mediana estatura, parecido a Hermes el de la mitología griega quien sostenía en sus manos, un ánfora de la cual salían seres misteriosos. Tal parecía tendrían una gran celebración. Era una tertulia conformada por un selecto grupo de artistas y personajes de la región. Entre los presentes se hallaba un joven cuyas características se asemejaban a las de Apolo, el dios de la música, la poesía, la historia y la danza.

El ser alado era quien dirigía la sublime reunión y Apolo la amenizaba. Los demás miembros fueron haciendo su presentación. El primero fue Miguel Durán junior y su camisa rayá. Luego Marciano Torres, Fermín Atencio “El cojo puya”, Baltazar Cárcamo tocando “La Margentina” del compositor Julio de la Ossa, el rey vallenato Ángel Torres, Luis Caballero cantando su “Causa perdida”, y Manuel Morales “El Tuto”, con su “Son del Bajo Cauca”.

Todos ellos, le rendían homenaje a su tierra, y en especial a Petrona Arrieta y su hijo Clemente (fundadores de Caucasia). Cuando se detenía la música, continuaban los chistes, los versos y las historias del legendario Eusebio Massón. Quien en su narrativa plasmó las experiencias en su recorrido por los ríos Cauca, Nechí… y Magdalena.

La noche avanzaba y aún faltaba el ser alado y una hermosa jovencita por presentarse.
Esta última anunció que declamaría el poema ”La tórtola” las primeras estrofas, las entonó con el entusiasmo de las aves al nacer el día, mientras que en la últimas, sus ojos se cristalizaron y su voz fue quebrándose.

Su llanto me hizo recordar a Maria José Ángel, una niña que años atrás reaccionara de igual forma al escuchar ese poema en la voz de su maestra.
Ante este cuadro tan emotivo, Apolo tocó alegremente su lira y el ser alado le obsequió el pañuelo.

La música y la alegría retornaron… hasta que el gallo cantó…inmediatamente, como por arte de magia, desaparecieron, quedando solo un buzón, con bellísimos mensajes para el mundo y un libro en cuya carátula, estaba dibujada, un ánfora… En su interior una nota que decía: “- continúa cultivando la poesía en el corazón y en la mente de tus alumnos. Que el “Canto de amor”, se eleve como el sol e irradie paz al mundo” Att: Hernán Jiménez.

En ese instante comprendí quién era el enigmático ser alado.

Desde ese día tengo un sitio predilecto para leer, escuchar música e inspirarme.

Este año, en octubre deposité una carta en el buzón del tiempo, dirigida a mi padre. Espero tener respuesta algún día. Hoy comprendo que mi padre, al igual que los artistas, permanecen en el tiempo, así como la tierra, en los textos de Mejía Vallejo, “son para siempre”.

Autora: Yanet Benítez Mendoza Educadora IEDN Caucasia

Pensamientos de Gabriel García Márquez sobre la lengua castellana

 

Por una lengua libre

El castellano hablado anda por la calle, en cambio al castellano escrito lo tienen preso desde hace varios siglos en ese cuartel de policía del idioma que es la Academia de la Lengua. Tratar de liberarlo, reduciendo cada vez más la distancia entre el castellano escrito y el castellano hablado, es una tarea en que debemos empeñarnos los escritores de lengua castellana, y en la que de hecho estamos empeñados los novelistas latinoamericanos.

“Entrevista con Gabriel García Márquez”.

Libre, mayo de 1972.

Una lengua olvidada

El problema más difícil de resolver en la práctica es el lenguaje. Los escritores de lengua castellana, los de aquí y los de allá, no conocemos ya ni siquiera los nombres verdaderos de las cosas. El nuestro es un idioma fabulosamente eficaz, pero también fabulosamente olvidado.

“Gabriel García Márquez”.

Ínsula, junio de 1968.

Una lengua diversa

No puede decirse en qué lugar se habla un mejor español, porque no hay un castellano, sino muchos.

“Nos entenderemos aunque sea en español”.

Cambio 16, mayo de 1988.

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