Dos mujeres llenas de diversidad cultural, llegan a aportar todo su conocimiento a la Academia de la Lengua Colombiana. Visiones diferentes de la realidad de nuestro país, las hacen merecedoras de estar ocupando una silla como miembros correspondientes de una de las corporaciones más antiguas de América

Mary Grueso y Bárbara Muelas, son dos mujeres con todas las capacidades para aportar a la Academia. Sus herencias, costumbres, saberes y tradiciones, son los requisitos más poderosos que tienen, para ser protagonistas de la lengua colombiana.

La primera es una mujer afrodescendiente, que se ganó este espacio por todo lo que representa desde su sentir y las vivencias y tradiciones que lleva consigo de su pacífico, de todas las historias que ha contado, de los pueblos que no ha parado de recorrer por más de cincuenta años.

Esta licenciada en español y literatura, es una escritora, poeta y narradora oral, que, a lo largo de su trayectoria personal y profesional, ha recopilado un sinnúmero de apreciaciones y conocimientos de los suyos. Nacida en las entrañas del Cauca, en el corregimiento de Chuare Napí, en el municipio de Guapí, es una descendiente de esclavos que ha hecho de esta condición, un permanente de su vida de relatos, donde la libertad y la reivindicación, son sus banderas.

Mary, quien ha sido catedrática y además es escritora, en su discurso de aceptación como Miembro de la Academia, acotó lo siguiente: “Hoy, cuando una mujer negra colombiana ocupa por primera vez esta silla, no solo honra a sus ancestros africanos y a los herederos de la diáspora en Colombia. Acepto, pues esta distinción no solo como un privilegio personal, sino como un llamado a trabajar junto a ustedes por la defensa y la evolución del español en Colombia y en el mundo”.

La primera publicación de Mary Grueso, quien actualmente vive en el puerto de Buenaventura, fue El otro yo que sí soy yo, es un libro de poemas de amor y mar, en el cual, la miembro de la Academia, deja ver su entorno, en el cual su esposo ya fallecido, Moisés Zúñiga, es el artífice de sus sentimientos, pasiones y del camino que no ha dejado de andar esta negra, a la que no le gusta que la llamen morena, pues así lo deja ver en su poema: ¿Por qué me dicen morena?

Si moreno no es color,

yo tengo una raza que es negra

y negra me hizo Dios.

En su lista, ya suma más de diez publicaciones, entre las que se cuentan El mar y tú, Del baúl a la escuela, Poesía afrocolombiana, Negra soy, Tómame antes que la noche llegue, Cuando los ancestros llaman, entre otros.

Desde el pueblo misak

Bárbara es la otra miembro correspondiente y se convierte así, en la primera indígena en hacer parte de la Academia, la más antigua de América con 154 años de existencia. Esta mujer caucana, quien es lingüista e investigadora, tuvo en su mundo, ser la encargada de traducir para su pueblo, de una forma popular, común y de fácil acceso, la Constitución Política de Colombia de 1991 al Nam Trik o guambiano, lengua del pueblo misak, asentado en los departamentos de Cauca, Valle y Huila.

En su trasegar junto a la Carta Política, una de las palabras que tuvo que componer en varias, fue la de minería, dado que en su pueblo no se practicaba, pero que logró entender que era algo que se daba en el suelo y que servía como recurso económico, fue por esto que decidió junto a otros, combinarla con tres más: raíz, territorio y recurso, surgiendo para su comunidad la palabra piransrɵl.

Sin duda, Bárbara, quien nació en Silvia, Cauca, y que desde allí empezó su lucha por ganarse un espacio en el mundo profesional, sin abandonar sus tradiciones y abriendo caminos, recordando las persecuciones de las que fueron objeto sus hermanas mientras luchaban por la tierra, buscando que su comunidad contara con los espacios para autodenominarse como pueblo, se convierte desde ahora, en la responsable de ser la traductora de las naturalezas guambianas, porque fue ella quien anunció en la Constitución y en lengua propia la protección de lo que les pertenece: “los territorios indígenas deben ser cuidados y vigilados entre todos para que no entren gentes que hagan daño”.

En su comunidad, a Bárbara Muelas se le considera la gran chimán, que significa tierra dorada por las espigas florecidas y las laderas colmadas de marañones y santamarías amarillas, de ahí que es tratada como guardiana de su comunidad y del territorio.

En su discurso de aceptación, Muelas dijo: “Soy consciente de que este reconocimiento va más allá de lo personal: simboliza la apertura, la inclusión y la valoración de nuestras culturas ancestrales dentro del tejido vivo de nuestra nación. Este día no es simplemente un punto de llegada; lo percibo más bien como un punto de partida, un nuevo inicio en el diálogo profundo y respetuoso que debe existir entre todas las culturas y lenguas que cohabitan este país diverso. Mi presencia aquí representa la esperanza de un futuro donde nuestras voces indígenas sean escuchadas no solo desde la tolerancia, sino desde un interés auténtico y una valoración genuina hacia nuestra forma de entender el mundo”.

Las responsabilidades que ahora adquieren Mary y Bárbara, serán las de investigar, escribir y socializar su obra para la Academia, donde ingresar se convierte en un logro de marca mayor, pues se deben tener aspectos sobresalientes en los textos y las investigaciones y pasar por la votación en la que participan las personas más destacadas del español en Colombia.

Muelas añadió en su discurso que: “Nací en Silvia, Cauca, hace ya casi ochenta años. Crecí inmersa en una cosmovisión donde el mundo no es simplemente algo externo a nosotros, sino una red compleja de relaciones en la que cada palabra tiene vida propia. Para los misak, nombrar es un acto íntimo con la naturaleza que implica gran responsabilidad y conciencia, pues al nombrar no solo describimos el mundo, sino que lo creamos, lo sostenemos y lo comprometemos con nuestro propio destino. Sin embargo, este camino hacia la palabra no siempre fue sencillo para mí”, leyó durante su acto de oficialización.

El reto que ahora tienen estas mujeres llenas de diversidad es seguir aportando a la inclusión de sus grupos étnicos, los cuales han sido bastante excluidos en Colombia.