Dos horas de viaje en motocicleta, realiza todas las mañanas de lunes a viernes, la profe Kelly Johana, con el único objetivo y propósito, de hacer felices a sus siete estudiantes y de paso, a sus familias. La única esperanza de educación que tienen los pequeños de la vereda Montañita, es que esta mujer santandereana, nacida en el municipio de Socorro, aparezca caminando, bajando de la montaña y llegue a esta la escuela Márquez Vargas.

El sueño de Kelly Johana Castañeda Acosta desde niña, siempre fue la educación. Su inclinación eran los niños, pues ella asegura que conserva paciencia y tranquilidad para la enseñanza y por eso terminó siendo maestra, en esta “hermosa profesión, que amo y de la que me siento orgullosa”, añade.

A Santa Rosa de Osos, en el norte de Antioquia, Kelly llegó hace año y medio, directamente a la zona rural, a dos horas del casco urbano y a una escuelita con todas las necesidades que uno se pueda imaginar. Luego del recorrido que la profe desarrolla desde la cabecera urbana hasta la vereda, su desplazamiento continúa durante 20 minutos descendiendo por una montaña, para llegar al espacio educativo, donde la esperan sus estudiantes, algunos de ellos, con caminadas de una hora desde sus casas.

La ilusión de Kelly y de sus siete alumnos, uno de preescolar, una niña en el grado primero, dos más en el grado segundo, un niño en tercero y dos en grado quinto, es poder aprender, disfrutar, encontrarse, acompañarse y disipar la soledad de la vereda Montañita.

Kelly Johana llegó a Antioquia como maestra en provisionalidad, hace ya algunos años al municipio de Itagüí, al sur del Valle de Aburrá, pero ella tenía claro que su propósito estaba en otro lugar. “Yo sabía que en algún momento tenía que salir de ahí. Presenté concurso, y quise hacerlo para una zona rural porque tenía conocimientos en la parte de Santander de cómo era el trabajo rural y cómo era el manejo. Estaba la opción de elegir plazas en Santa Rosa de Osos, pero era totalmente ignorante sobre los corregimientos y veredas del municipio. Este ha sido un desafío demasiado grande, por todo lo que he tenido que vivir”.

Sin embargo, Kelly se siente feliz en Antioquia y disfruta mucho de Santa Rosa de Osos, pues este departamento fue el que le brindó la oportunidad como docente, a esta magister en tecnologías de la educación. “Santa Rosa es un municipio demasiado acogedor, pero realmente en la vereda, sí he tenido que llevar un proceso de adaptación fuerte y tratar de asimilar y acoplarme”, cuenta con un dejo de tristeza, por las dificultades, la soledad que ha atravesado y los diferentes cuadros de depresión que ha sufrido y los tratamientos psicológicos a los que se ha sometido, para lograr que la renuncia a la docencia, no la persiga.

Y Kelly sabe que le ha ganado la batalla a esa tortuosa incertidumbre de renunciar, que se ha parado varias veces de la lona. No lo ha hecho porque su sacrificio ha sido más grande, pero lo son más sus sueños, porque sabe que es docente por pasión y no por obligación y que fue ella misma la que buscó ser una maestra rural; pero que también afirma que no sabía que las condiciones serían tan difíciles en la escuela que está.

Pero es que ella no se deja vencer, porque apenas piensa en la fatiga, el rostro de sus siete estudiantes, a los que les da clase en el comedor del establecimiento, le devuelven la esperanza y las ganas de verlos a cada uno sacar su grado de primaria.

Pero también recalca que la comunidad le ha brindado lo mejor. Aunque la vereda sea de pocos habitantes y muy dispersos los unos de otros, la atención que ha recibido, ha sido “muy bonita”, confirma, pero también atina a decir, que ha sufrido mucho en el tema de transporte por el difícil acceso a la zona y que no cuenta con transporte propio. “Yo viajo en la mañana con una compañera docente que está en una vereda más alejada que esta y en la tarde también nos regresamos juntas. Juntas hemos aprendido y nos hemos caído, pero cuando ella no viene, yo sufro bastante”, comenta con esa pena de sentirse impotente, pues el transporte público llega hasta el corregimiento y luego no hay nada más. “Utilizar el alquiler de una moto para el transporte es altamente costoso y yo debo ser consciente que mis padres dependen de mí”, puntualiza.

La profe Kelly, empezó viviendo en un corregimiento cercano a la vereda Montañita, pero no fue capaz de adaptarse al lugar y prefirió trasladarse a la cabecera municipal del pueblo, allí  ella ya sabe que su día inicia muy madrugado, en la escuela permanece durante seis horas, y luego emprende otra vez su largo viaje por más de dos horas desde la institución hasta su casa, a la cual ni siquiera llega a descansar, sino a preparar la clase del día siguiente, en la que se concentrará junto a sus pequeños en la sede unitaria Márquez Vargas, perteneciente a la Institución Educativa Rural San Isidro.

Allí la profe Kelly Johana, enseña bajo las pocas condiciones óptimas que la infraestructura le permite. “Yo manejo todas las áreas con ellos, es una población humilde, muy acogedora, porque es muy querida, es muy bonita, si fuese por mis niños, jamás me iría, pero yo sé que en este caso está en juego mi salud mental y mi tranquilidad…  pero la verdad, al ser una población tan pequeña es una educación como más personalizada y se ve el aprendizaje significativo en cada uno”, asegura esta santandereana llena de amor por Antioquia.

Pero también hace un llamado para que su escuela sea intervenida, se le preste mayor atención a la infraestructura y a la dotación. La profe ve clases con sus siete estudiantes en una sola aula, que es el comedor, es el espacio con mejores condiciones. Ahí se adapta con sus pequeños, ahí dicta todas las materias, los mantiene activos y organiza los diferentes procesos académicos como la lectura.

“Esperemos que haya una inversión por parte de la Gobernación en infraestructura y dotación, es necesario y urgente que los entes administrativos lleguen a estas escuelas tan olvidadas. Nosotros no poseemos ninguna clase de tecnología. Cuando la tempestad aparece, que es muy seguido, nos quedamos sin energía, pues la falla es constante, pero es lo que hay. Yo trato de llevar cosas innovadoras y que ellos les llame la atención. Son niños que carecen de muchas cosas, no conocen muchas cosas, entonces desde que yo llegué ahí, he tratado de dar lo mejor de mí, pues yo me siento como me siento, pero eso no quiere decir que no esté dando el 100% en mi labor docente”, expresa con nostalgia.

Pero también añade que su trabajo continúa, “porque sé que se alegran y se motiva mucho para asistir a la escuela. Son niños que valoran demasiado la educación, que caminan más de una hora para llegar a la escuela, entonces, es muy bonito y muy significativo estar ahí. Porque es muy gratificante para un docente ver la alegría de ellos, que están contentos y son felices. Son niños demasiado inteligentes, que necesitan de verdad, una ayuda para que no se queden ahí en ese espacio solamente con lo que sus familias o la comunidad, les puede brindar, sino que puedan salir con más oportunidades y puedan seguir estudiando más adelante, cuando salgan de su grado quinto”, enfatiza la profe Kelly.

La profesora que extraña demasiado a sus padres que viven en Santander, y a los cuales no ve con frecuencia, sabe que ha aguantado todo este proceso, porque ama la docencia y tiene claro que no es fácil llegar al magisterio y ella lo logró y eso la motiva diariamente y que quiere darlo hasta el final sin tirar la toalla y asegura que también están sus padres en el medio y que no tomará una decisión que los ponga en riesgo.

“Es que esta profesión más que cualquier otra cosa es vocación, es vocación porque he trabajado en muchos otros colegios, en muchas otras instituciones y siempre he amado mi profesión, siempre he amado mi labor docente. Los niños son mi inspiración”, cuenta la profe.

Pero también deja claro que el apoyo que nunca le ha faltado, ha sido el de la organización sindical, Adida. Ellos siempre le han abierto las puertas para escucharla, conocen claramente sus razones y entienden el día a día que la maestra lleva.

“En cuestión de administración no ha habido mucha escucha por parte de la Secretaría de Educación o la ha habido, lo que no hay realmente es un compromiso para tratar de ayudar. Entonces, pues ha sido complicado en ese sentido. Simplemente me apego a Dios y a lo que yo pueda hacer y demostrar, es un proceso que poco a poco irá caminando”, recalca.

Lo que queda claro luego de escuchar la historia de la profesora Kelly Johana Castañeda Acosta, es que no para de dar el 100% de su conocimiento, esfuerzo y dedicación, que batalla contra la soledad, la lejanía y las dificultades, que ama a sus niños y se siente bien aceptada en la comunidad para la que labora desde el 2024. Que sabe que su estado mental no la puede dominar, porque pesa más su amor y su vocación, que cualquier otra cosa. Que se cuida y trata de sobrellevar el cansancio y las adversidades, porque su sueño, es ver cada uno de sus siete estudiantes, graduarse del quinto año de escuela básica primaria en la vereda Montañita de Santa Rosa de Osos.

Fotos: Profesora Kelly Johana Castañeda Acosta